martes, 9 de noviembre de 2010

Perdido

Perdido. Inexorablemente perdido. Eso es lo que pienso ahora, después de los primeros momentos de desorientación, de dolor, de terror.
Parece que fue ayer cuando intuí los riesgos de navegar a través de las capas de la conciencia, más allá de los límites reconocidos por otros viajeros. ¿Quién sabe qué abismos, qué libertades inauditas encontraron aquellos que no volvieron? ¿Qué balanza ponderaría los logros y los fracasos de los vagabundos de la mente?
Ahora, cuando la palabra rumbo carece de todo sentido, una frontera sin color sale a mi encuentro. Me atraviesa.

Froto una molécula de oxígeno contra otra y el cielo de primavera ríe azul, poderoso y tímido. Levanto mis ojos y mi mirada devora kilómetros sobre los campos. Muy atrás, en otro universo, yo caminaba por esos mismos sembrados.
El aire atraviesa / perfuma / constituye lo que soy / es.
Fronteras, bordes, ideas, metas...hago un collar con ellas y lo cuelgo de mi cuello-columna, que une la tierra y el cielo.
Cuando pienso, el bosque piensa y el arroyo resuelve problemas algebraicos. Ahora lo sé: la mirada crea universos; y no importa cerrar los ojos después!
Si dos o más se reúnen en mi nombre, allá ellos. No es necesario.
La lapicera crea arte instantáneo para las galerías más exigentes. Ella casi solita, como un pez de cola metálica...metal que también contiene universos!
¡Hoy hay exceso de universos!

Como es arriba, es abajo.
Perdido: nadie que te busque, nadie que te encuentre.


Pedro
9/3/05