viernes, 8 de abril de 2011

Me tocó a mí.

Me tocó a mí tener que ser fuerte. Recibir las trompadas. Resistir.
No caer, o apenas tropezar.
Me tocó a mí no entender la avalancha de lágrimas, la sangre golpeando en las venas.
Me tocó a mí inaugurar la sensación de no tener palabras, y ser inundado por la versión salvaje de la vida.
Me tocó a mí, hablar sin parar para defenderme, para armar una pared donde apoyarme.
Me tocó a mí olvidarme de todas mis estrategias elaboradas y llorar sin filtro.
Me tocó a mí, tambalearme, huír, pedalear sin rumbo, buscar el río para intentar apagar el fuego.
Me tocó a mí volver a casa, un espacio vacío, lleno de recuerdos y heridas.
Me tocó a mí ver la verdad cara a cara.
Y no me tocó, elegí, saber la verdad.
Vos sabrás qué te tocó a vos.