martes, 15 de junio de 2010

¡Su alegría de vivir!

Hace un rato fui en bici hasta la costa del río, a la altura de la rambla Cataluña. Es una tarde fría, nublada, ventosa. El río estaba imponentemente gris y las olas provocadas por el paso de un barco gigantesco de ésos que atraviesan océanos me mojaron las zapatillas Topper negras.
Volví, ya sin frío por la pedaleada hasta allá, y Brasil y Corea del Norte iban cero a cero.
Desde ayer tengo ganas de copiar un pedacito del libro "No Empujes el Río" de Barry Stevens. Ahí va:
"En 1948 la gente de la reserva navajo estaba (a nuestros ojos) terriblemente pobre, enferma y hambrienta, pero vivían mucho y disfrutaban mucho. Yo estaba sufriendo una agonía de conflictos. Me era imposible pensar que alguien fuera tan pobre, hambriento y enfermo, y que, sin embargo, fueran más felices, disfrutando de las cosas más que todas las personas que yo conocía.
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(Un comerciante) un día me contó que tenía una casa en Farmington, Nuevo México, 'pero ya no puedo vivir ahí. Me vuelvo loco cuando estoy fuera de la reserva'. Le pregunté cuál era la diferencia y me respondió: 'eso es difícil de decir'. Hice otras preguntas y tampoco pudo contestarlas, realmente no podía. Luego le dije:'¿Qué es lo que le gusta tanto de los navajos?'. Respondió inmediatamente, sin  pausa: '¡Su alegría de vivir!'.
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En 1966 una mujer navajo me contó lo que había sido su vida en 1949: 'todo el mundo vivía feliz, y era un poco triste pensar ¿qué vamos a comer mañana? Y sin embargo nos sentíamos muy bien. Supongo que se debía al hecho  de estar y trabajar juntos, eso nos mantenía a todos felices. Y al llegar la primavera, todos salíamos al campo a sembrar maíz y cualquier cosa que creciera, y en el otoño  comíamos lo cosechado o lo guardábamos para el invierno...(suspiro). A veces me pregunto dónde fue que nos equivocamos'."

Barry Stevens: No Empujes el Río (porque fluye solo), ed. Cuatro Vientos, Chile.

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