jueves, 16 de junio de 2011

Mi primer "tema" (?!!!)



Crear música. Crear belleza, aspirar por lo menos... Acá se mezcla mi notebook, mis manos, mi cabeza, el profe Iván Brito, el Reason, mis orejas gastadas de escuchar durante años, mi vida dada vueltas... Feliz.

viernes, 27 de mayo de 2011

Canciones que Pablo escucha y se me pegan (1x.a)


A punto de caer
Viajaste de verdad
pasaste sustos
saltaste la pared
cambiando.
Yo estaba en un lugar
a punto de caer
y aunque te parezca extraño
música es lo que das.
Si estás así
piensa.
El problema no está aquí.
Cambiar es bien
aún sin amor
aún sin creer
Entiende
Donde estoy.
Quizás tendrás que ver
a dónde vas
Piensalo otra vez
entiende y ten valor.
Salta y se feliz.
Intenta
para que fingir
no vale la pena.
Música es lo que me das.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Canciones que suenan en mi cabeza sin darme cuenta (1x)


"///en mi vida hay lugares que recordaré toda mi vida, aunque algunos han cambiado. algunos para siempre, no para mejor, algunos se han ido y otros aun existen. todos esos lugares tienen sus momentos con amantes y amigos que aun puedo recordar. algunos han muerto y otros viven, en mi vida los he amado a todos. pero de todos esos amantes y amigos no hay nadie que pueda compararse contigo. y estas memorias pierden su sentido cuando pienso en el amor como algo nuevo. aunque sé que nunca perderé el afecto por las personas y cosas que se fueron antes, sé que a menudo pararé y pensaré en ellas, en mi vida te querré a ti más////"

viernes, 8 de abril de 2011

Me tocó a mí.

Me tocó a mí tener que ser fuerte. Recibir las trompadas. Resistir.
No caer, o apenas tropezar.
Me tocó a mí no entender la avalancha de lágrimas, la sangre golpeando en las venas.
Me tocó a mí inaugurar la sensación de no tener palabras, y ser inundado por la versión salvaje de la vida.
Me tocó a mí, hablar sin parar para defenderme, para armar una pared donde apoyarme.
Me tocó a mí olvidarme de todas mis estrategias elaboradas y llorar sin filtro.
Me tocó a mí, tambalearme, huír, pedalear sin rumbo, buscar el río para intentar apagar el fuego.
Me tocó a mí volver a casa, un espacio vacío, lleno de recuerdos y heridas.
Me tocó a mí ver la verdad cara a cara.
Y no me tocó, elegí, saber la verdad.
Vos sabrás qué te tocó a vos.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Entrando en calor, bajo la lluvia.

Un auto azul atraviesa la calle. Llueve. Hay truenos y relámpagos y no es de noche todavía. Atardecer de un día agitado.
El metal mojado del coche es un espejo oscuro donde se reflejan los edificios, los transeúntes apurados, los paraguas. En ese espejo todo es purificado en el azul que hermana piedra, carne y agua.

Mi sombrero me protege la cara de la lluvia. Por momentos, una cortina plateada se despliega frente a mis ojos. Espero.
Dentro mío, un paisaje muy distinto se va desenvolviendo a sí mismo: células, vasos y venas, el hueso casi inmortal y en algún lugar también siento, deseo, sufro, acepto. La llama está viva.
Me duele la cabeza y siento algo de hambre. Torta y un café con leche. Pero los pies no quieren moverse; no hay acción. Sin embargo...

Siempre que fui, volví, me digo, y camino por el bosque desconocido.
Si hay un sendero, es que alguien lo transitó alguna vez. Los árboles están bastante separados: veo el cielo y el horizonte entre ellos. Un día perfecto en ningún lugar.

Una extraña liviandad premia mi caminata y pienso que estas drogas de diseño son realmente buenas; y además originales, vienen incluídas en el diseño original: yo.
Nada me impide desear que el bosque termine; y termina: sólo pradera verde, otoñal, cálida, y cielo azul con una nube. El sonido del viento entre los pastos, algún pájaro.
Siento que puedo hacer que esto dure para siempre...¿quiero? No.
Pero incluír más elementos es complicado.
Ahora siento el calor del sol en mis mejillas...¿o es mi propio calor?

Instantáneamente tomé una decisión: dejaré que este mundo sea.
Ajá. ¿Y entonces?
No pasa nada. Mismo pasto, mismo cielo, mismo silencio.
Bueno, una decisión por día está bien para empezar. Sigo caminando.
Puse un mar detrás de aquella colina; mi querido mar, mi querida arena, mi agua salada.
Me doy cuenta de que esto es un retorno: volví a esta playa. Y ahora hago bajar un poco al sol, y ya es el atardecer. El aire está más fresco.

Sin otros seres humanos por ahora, gracias.
No, tampoco animales más grandes que una gaviota, gracias de nuevo.
Voy simplificando. Oscurezco.

Lo que sí me gusta es preparar un fuego cerca del agua. Por allí veo unos matorrales y algunas ramas caídas. Ahora miro el fuego y las chispas que se elevan en el aire quieto, en este otoño al lado del mar. El calor del fuego.

Después de un rato, tu presencia es tan evidente que tengo que crearte un lugar aquí al lado mío, frente al fuego. Entonces aparecen dos puntos de luz en la oscuridad: tus ojos que miran las llamas. Mi brazo derecho, el que uso para escribir esto, siente el calor de tu brazo izquierdo.

Llueve en la ciudad, donde todo es azul gracias al auto azul. La escena transcurre muy lentamente; las gotas se demoran en el aire y hacen piruetas antes de caer entre las baldosas. El pavimento mojado es el lomo de un gigantesco animal enjoyado. Respiro el aire húmedo...adentro/afuera... adentro/afuera...
Hoy estoy haciendo de Rosario una ciudad al lado del mar, porque estas baldosas se apoyan en la arena y porque esa fogata en la playa es real dentro de mi abrigo impermeable.

Nada ha cambiado, sólo que en la última media hora me brotó otra playa más, otro cielo, y... ya perdí la cuenta. Y se me terminaron las ocurrencias, aunque conservo el calor en mis mejillas.

Esos ojos universales, esos ojos tan otros, están en algún lado, lejos, lejos de mis deberes de ciudadano común y de generador de universos.

Y si no hay un auto azul en la lluvia, ahora, en algún lado, debería haberlo.

martes, 9 de noviembre de 2010

Perdido

Perdido. Inexorablemente perdido. Eso es lo que pienso ahora, después de los primeros momentos de desorientación, de dolor, de terror.
Parece que fue ayer cuando intuí los riesgos de navegar a través de las capas de la conciencia, más allá de los límites reconocidos por otros viajeros. ¿Quién sabe qué abismos, qué libertades inauditas encontraron aquellos que no volvieron? ¿Qué balanza ponderaría los logros y los fracasos de los vagabundos de la mente?
Ahora, cuando la palabra rumbo carece de todo sentido, una frontera sin color sale a mi encuentro. Me atraviesa.

Froto una molécula de oxígeno contra otra y el cielo de primavera ríe azul, poderoso y tímido. Levanto mis ojos y mi mirada devora kilómetros sobre los campos. Muy atrás, en otro universo, yo caminaba por esos mismos sembrados.
El aire atraviesa / perfuma / constituye lo que soy / es.
Fronteras, bordes, ideas, metas...hago un collar con ellas y lo cuelgo de mi cuello-columna, que une la tierra y el cielo.
Cuando pienso, el bosque piensa y el arroyo resuelve problemas algebraicos. Ahora lo sé: la mirada crea universos; y no importa cerrar los ojos después!
Si dos o más se reúnen en mi nombre, allá ellos. No es necesario.
La lapicera crea arte instantáneo para las galerías más exigentes. Ella casi solita, como un pez de cola metálica...metal que también contiene universos!
¡Hoy hay exceso de universos!

Como es arriba, es abajo.
Perdido: nadie que te busque, nadie que te encuentre.


Pedro
9/3/05

miércoles, 30 de junio de 2010

Nació, tuvo problemas, murió.

El poeta Carl Sandburg citaba a menudo este poema suyo, como el poema más corto del mundo.
No dejo de pensar en este micro-poema.
No sé si me da risa, si es así como entiendo muchas veces la vida, o si es un error tremendo.
El "tener problemas" como la consecuencia de haber nacido, y después, la muerte.
No creo esto. Me resisto.
Estamos errando el vizcachazo. ¡Es para el otro lado!
Enlazo esto con la "alegría de vivir" de los indios navajos.
Seguramente ellos no dirían: nacimos, tuvimos problemas y morimos.
Algo se escapa de esta línea temporal a la cual somos tan adictos.
El momento presente, eso es.
El momento está y no está en esa progresión del nacer y el morir.
Ahora mismo, mientras estás leyendo esto...¿naciste?¿tenés problemas?¿vas a morir?
Me cansé. Otro día sigo.

El poema es citado en el sitio Doing Nothing, de Steven Harrison.
Gracias Vero por la ayudita en la traducción!

lunes, 28 de junio de 2010

¿Problemas?

El problema de los sentimientos.
El problema de la imaginación.
El problema de las acciones subsiguientes.
El problema de la honestidad.
El problema de la coherencia.
El problema de la dignidad.
El problema del dolor.
El problema de sobrevivir.
El problema de entender.
El ...
.......
Problema es una palabra.

lunes, 21 de junio de 2010

Música reencontrada: Rickie Lee Jones


Un vinilo que compré en oferta, allá por 1979/80.
La tapa de cartulina conserva los agujeros donde estaba abrochado el precio.
Y por esas cosas del mercado argentino, esta vez fuimos bendecidos con las letras de las canciones impresas en la contratapa.
Se sostuvo cómodo en la bandeja giradiscos, y vuelvo a él cada tanto.
Nunca defrauda esta chica.
Rickie Lee Jones, y una canción de éste, su álbum debut:

martes, 15 de junio de 2010

¡Su alegría de vivir!

Hace un rato fui en bici hasta la costa del río, a la altura de la rambla Cataluña. Es una tarde fría, nublada, ventosa. El río estaba imponentemente gris y las olas provocadas por el paso de un barco gigantesco de ésos que atraviesan océanos me mojaron las zapatillas Topper negras.
Volví, ya sin frío por la pedaleada hasta allá, y Brasil y Corea del Norte iban cero a cero.
Desde ayer tengo ganas de copiar un pedacito del libro "No Empujes el Río" de Barry Stevens. Ahí va:
"En 1948 la gente de la reserva navajo estaba (a nuestros ojos) terriblemente pobre, enferma y hambrienta, pero vivían mucho y disfrutaban mucho. Yo estaba sufriendo una agonía de conflictos. Me era imposible pensar que alguien fuera tan pobre, hambriento y enfermo, y que, sin embargo, fueran más felices, disfrutando de las cosas más que todas las personas que yo conocía.
....
(Un comerciante) un día me contó que tenía una casa en Farmington, Nuevo México, 'pero ya no puedo vivir ahí. Me vuelvo loco cuando estoy fuera de la reserva'. Le pregunté cuál era la diferencia y me respondió: 'eso es difícil de decir'. Hice otras preguntas y tampoco pudo contestarlas, realmente no podía. Luego le dije:'¿Qué es lo que le gusta tanto de los navajos?'. Respondió inmediatamente, sin  pausa: '¡Su alegría de vivir!'.
....
En 1966 una mujer navajo me contó lo que había sido su vida en 1949: 'todo el mundo vivía feliz, y era un poco triste pensar ¿qué vamos a comer mañana? Y sin embargo nos sentíamos muy bien. Supongo que se debía al hecho  de estar y trabajar juntos, eso nos mantenía a todos felices. Y al llegar la primavera, todos salíamos al campo a sembrar maíz y cualquier cosa que creciera, y en el otoño  comíamos lo cosechado o lo guardábamos para el invierno...(suspiro). A veces me pregunto dónde fue que nos equivocamos'."

Barry Stevens: No Empujes el Río (porque fluye solo), ed. Cuatro Vientos, Chile.